viernes, 19 de junio de 2015

Hospitales

- Hola.
- Hola.
- Perdón si molesto, pero... ¿molesto?
- Todavía no sé.
- Bueno, espero que no.
- Esperemos.
- ¿Puedo saber tu nombre?
- Supongo que sí, el tiempo lo dirá.
- Ja... perdón si te incomodo... pero...
- Por ahora sí.
- Uh... bueno voy a ser breve. Te vi y sentí la necesidad de venir a hablarte. No sé por qué... o en realidad sí. Ya te había visto una vez, en este mismo subte. Tenías un gorro de lana blanco y venías escuchando música con auriculares, de los grandes. Me encantó tu onda, así de simple. Pero te bajaste en Callao y listo, pensé que ya no te iba a ver más. Y por varios días no dejé de pensar, ¿qué me costaba ir y hablarle?, y ahora te vuelvo a ver y bueno... eso...
- Bien, la buena noticia es que ya no me incomodás. La mala es que ahora el que está incómodo sos vos.
- Sí... perdón...
- Si no querés molestar, empezá por dejar de pedir perdón todo el tiempo.
- Uh... eh... sí, claro.
- Bien, ¿donde te bajás?
- En 9 de Julio, ¿vos?
- Hospitales. Línea H. Combino con la A en Catedral.
- Ah... conozco... antes tomaba la H para ir a trabajar.
- Bueno, me habrás cruzado seguido ahí entonces.
- Capaz, pero no creo... me acordaría...
- ¿Por qué?
- Porque... bueno... me gustaste, me encantaste desde la primera vez que te vi. Solamente eso.
- ¿Y como puedo gustarte si no sabés nada de mí?
- No sé. Lo seguro es que me parecés linda, pero no es solo eso. Muchas mujeres me parecen lindas, pero vos me impactaste, no sé si tu onda, tus gestos, tu... no puedo explicarlo.
- Lo entiendo. A todos nos pasa.
- ¿Sí?
- Generamos una historia alrededor de las personas que vemos y de las cuales no sabemos nada. No conocemos lo que hay detrás y lo inventamos. Y a veces son historias muy favorables. Te habrá pasado eso.
- Sí... entiendo... también pienso que es así. Pero cuando generás una historia muy favorable es porque la persona te gustó, así a secas.
- Puede ser. Tiene lógica.
- Es idealizar.
- Claro.
- ¿Y vos cuando me viste que pensaste?
- No te había visto hasta que me empezaste a hablar.
- Ah...
- Soy muy distraida. Viajo metida en mi mundo. Solo por eso.
- ¿Y qué pensás de mí ahora?
- Mejor decime primero qué pensás vos. Sos el que tomó la iniciativa.
- Yo pienso... no sé... todavía pienso lo que pensaba cuando te vi, pero veo que además sos mucho más directa de lo que pensaba.
- ¿Eso es bueno?
- El tiempo lo dirá, ¿no?
- No sé, queda poco tiempo, ya estamos por llegar a 9 de Julio.
- Bueno, pero... por ahí podemos seguir hablando, no sé, en otro momento... por eso quiero que me digas que pensás de mí.
- Que fuiste un buen entretenimiento para este tedioso viaje.
- No sé si eso es bueno o malo.
- Es bueno para mí, ya veremos si lo es también para vos.
- Bueno... antes de que me vaya... quisiera saber como contactarte. Me gustaría hablar más con vos... no me dijiste tu nombre, ¿como es tu nombre?
- Hospitales.
- ¿Eh?
- Me viste una vez y no hiciste nada. Me viste hoy por segunda vez y estamos hablando. La tercera, si es que la hay, es la vencida. Voy cada día hasta Hospitales, aunque no siempre uso la línea D antes. Ya lo dije: el tiempo lo dirá...
- Pero... bueno, me tengo que bajar... un gusto. Lo voy a tener en cuenta, ¡Hospitales!
- Acordate.
- ¡Chau!... línea H... Hospitales... ¡Maldición! (*)

(*) La línea D solo llegaba hasta Parque Patricios, la estación hospitales aún no se había inagurado, ¡que poco tardó el tiempo en decirlo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario