Yo quiero un presidente argentino

Yo quiero un presidente argentino. Porque es algo que nunca tuvimos.

Yo quiero un presidente que se levante a las 7, tome el colectivo y llegue a su trabajo. Porque el argentino no viaja en helicóptero. Que se tome una hora para almorzar al mediodía, y que use su dinero para pagar la comida. Porque el argentino no dispone de vales de comida ilimitados. Y que a las 18 se vuelva a su casa en subte. Porque el argentino no se maneja en limusina.

Yo quiero un presidente que no cobre diez veces lo que cobra un médico. Y que si gana lo suficiente, no use recursos del estado para su beneficio personal. Que envíe a sus hijos a una escuela pública, porque no puede hacerse cargo de la educación sin convivir con sus conflictos. Que no se compre un reloj del valor de un auto, y un auto del valor de un castillo, y después nos venga a hablar de igualdad. Que no hable de libre pensamiento y después ataque al que piensa distinto. Que se equivoque, sí, porque el argentino se equivoca. Pero el argentino lo reconoce.

Que visite, recorra y analice hospitales en persona antes de hablar de ellos. Y si confía en su política de salud, que se atienda siempre en hospitales públicos, porque ¿qué mensaje estaría dando si los evita? Que escuche seriamente a quienes tienen nuevas ideas, sin mirar ante todo el partido al que pertenezcan.

Que si está seguro de haber vencido a la inseguridad, salga a caminar sólo por los barrios a los que se tiene por peligrosos y lo demuestre personalmente. Y así nadie podrá decirle que está equivocado. Y si afirma que se puede vivir con una cantidad limitada de recursos, que viva con esa cantidad él también, y nos enseñe como hacerlo. Porque eso es lo que hace un presidente sabio. Y si podemos hacer lo mismo que el presidente, el presidente es alguien como nosotros.

Yo quiero un presidente que viva en el país que yo vivo. No me importa si nació en Buenos Aires, Río de Janeiro o Bagdad. Me alcanza con que conozca la realidad.

Que sea un argentino.